Muchas veces me siento orgulloso de que mi sentido común y sobre todo de la lógica no me falle, modestias aparte, un día me aventuré a decir en una publicación sobre la finca de Albalá y su historia, que en una acumulación de restos de piedras delante del cortijo del mismo nombre, observé lo que parecían piedras u ortostatos de un dolmen, y no me equivoqué para nada (abajo os pongo el enlace de esta publicación). Revisando una publicación magnífica de Juan Sánchez Cuenca del año 2012, hace mención a una serie de documentos antiguos no muy tenidos en consideración por los investigadores en tiempos modernos ni antiguos, (craso error al que ya un servidor está acostumbrado) y uno de estos documentos del año 1880 hace referencia a un dolmen que había en la finca de Albalá, cosa que me sorprendió muchísimo y me llenó de satisfacción púes rápidamente me acordé de esas piedras que en su día observé. Os pongo el documento entero.
José Antonio Hinchado Alba.
1880 DOLMEN EN ALBALÁ, BADAJOZ.
En la provincia de Badajoz y a pocos kilómetros al suroeste de Badajoz capital, junto a la frontera portuguesa, se encuentra una pequeña población con el nombre de Albalá, que apenas llega a los doscientos habitantes. No debe por tanto ser confundida esta población con el municipio de Cáceres del mismo nombre.
En 1880 Antonio de Zafra y Cantero, miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia, dirige una carta a Aureliano Fernández Guerra, también académico de la Real de la Historia, que publica en el diario católico El Siglo Futuro el 29 de Mayo de 1880. El tema de la carta es la ermita del Corazón de Jesús en la Corchuela, localidad cercana a Albalá. Según Zafra y Cantero, la Corchuela, Telena, Albalá y algunas otras poblaciones del contorno fueron destruidas durante la guerra de Sucesión. En relación con Albalá hace el siguiente comentario: "Albalá, que por el dolmen derribado que allí se encuentra y por la abundancia de sus encinas, tal vez contuviera en sus términos el bosque sagrado donde practicaban los celtas sus misteriosas investigaciones (Zafra 1880).
Desafortunadamente de nuevo, esta curiosa noticia de Antonio Zafra y Cantero no tendrá eco en tiempos posteriores, ni en el siglo XIX ni en el XX.
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