EL HORRIBLE ASESINATO DEL CURA BALTASAR DE LA CRUZ Y SETENTA Y CUATRO PERSONAS MÁS EN 1936, EN CAMPILLO DE LLERENA, BADAJOZ.

En primer lugar quiero decir que esto es una publicación con documentos de carácter histórico, por que alguno con escasas luces verá fantasmas donde no los hay, cuando hago una investigación no quiero saber nada de política, me limito a los documentos que encuentro y a plasmar lo que veo.

Estando viendo esta iglesia de San Bartolomé en Campillo de Llerena, me sorprendió muchísimo el texto que está grabado en una lápida y me llamó mucho la atención y me tomé el interés de informarme e investigar sobre este asunto que me ha parecido muy interesante y curioso.

Nos queda la tremenda duda de cuál es el nombre real del sacerdote, si Baltasar de la Cruz y Cruz o era Baltasar de la Cruz Ortiz; unos lo ponen de una manera y otros de otra, Teodoro López incluso indica que sus padres tenían los mismos apellidos, cosa que hace pensar si había parentesco entre ellos, quizás primos o hermanos, o quizás una gran coincidencia, no tan raro entre habitantes de un mismo pueblo, sin descartar sea un error de transcripción por parte de alguien.


(2005) Mariano Cabanillas Entrena.

La radicalidad política siempre ha tenido una incidencia lamentable por su proyección en la vida religiosa de los pueblos. Campillo no podía ser la excepción. Por eso en este punto vamos a resumir algunas notas que confirman la idea indicada, desde la postura hostil adoptada por la coalición de izquierdas republicana-socialista hasta el polo opuesto también lamentable de la postura del Nacional-catolicismo que viviremos cerca de 40 años.

Como prueba de la primera postura de hostilidad, ya el 28 de mayo de 1934, a pocos días del triunfo republicano-socialista se aprueba una moción en el ayuntamiento por la que se adhiere a la decisión de expulsar de España a la Compañía de Jesús. En este sentido elevan su propuesta al Gobierno de la República.

Esta actitud de hostilidad frente al hecho religioso divide a la vecindad de Campillo que tendrá su más fatal consecuencia en el año 1936 y siguientes.

El 26 de mayo de 1932, se dirigió el cura Juan Guerrero Rangel al ayuntamiento lamentándose de gamberradas y destrozos dirigidas hacia su persona y el templo por parte de algunos jóvenes, rompiendo los cristales de la cancela de su casa y otros daños.

A continuación recojo el acta del ayuntamiento de fecha de 11 de junio de 1932 en sesión presidida por el alcalde D.Pedro Rubio Pizarro.

Dice así "Acto seguido y volviendo nuevamente a dar cuenta de la comunicación del Sr. cura párroco de esta villa sobre los desórdenes que en la misma cita, de haberle roto cristales en la cancela de su casa y haber entrado fumando en la iglesia, ofendiendo a las personas que entran, varios jóvenes de esta villa, entre ellos un hijo de Huelva, Francisco Pizarro Melo y Daniel Rico Cortés. La corporación quedo enterada y se manifestó por el concejal D. Amador Sayavera que el día 17 del pasado se encontraba a poca distancia de la iglesia en unión de varios concejales y presenció no ser cierto que tuvieran cercada la iglesia y la casa del cura; si que había un grupo frente a la iglesia de unos catorce hombres, sin notarles otra actitud que la pacífica. Asimismo por el concejal D.José Vera Murillo, en vista de lo manifestado por el Sr Sayavera, expone se le comunique al Sr cura que no ha debido alarmarse tanto, toda vez que se puede comprobar que exageró un poco, pues no es bastante que estén doce o catorce jóvenes reunidos para decir que tenían cercada la iglesia y además que diga en que conoce los que pertenecen a la Juventud Socialista o a otro partido. A lo que adhiere el concejal D. Valentin Cortés Lombardo y que si es justa su demanda que los justifique, que no exagere tanto, que las autoridad es que aquí están, están en situación de amparar a todo el mundo así como a hacerle justicia. Acuerdan los señores reunidos se le comunique en este sentido al Sr párroco". Creo que ya en este acta se refleja que existe la tensión denunciada.

En esta misma fecha el 11 de junio muchos vecinos se quejan de los abusos que se cometen a diario contra sus ideas religiosas y el ayuntamiento encomienda a la policía que vigile estos hechos.

Otra fuente de conflictos religiosos estuvo relacionada con la Ley de Secularización de los cementerios.

El 21 de enero de 1932 de acuerdo con esta Ley de Secularización se acordó en el ayuntamiento el derribo de la pared que dividía el cementerio civil del católico y la orden de colocar una lápida a la entrada con el siguiente rotulo "Cementerio Municipal".

El 26 de junio de 1932 se ordena la recogida de la llave de la ermita del cementerio por pertenecer al municipio, para evitar ocurran casos como el de hoy que entren cadáveres en la ermita y se le hagan ritos funerarios contra la Ley de Secularización de cementerios y, al mismo tiempo se le comunique al cura que no haga paradas en la calle en los entierros católicos salvo el preciso para sustituirse los que conduzcan el cadáver.

De nuevo aparece otro escrito de fecha 17-8-33 de los concejales D. José Vera, Sr Sayavera, Sr Cortés denunciando al cura por ir revestido con la indumentaria y cantar responsos por la calle. Esta denuncia se traslada al Gobernador Civil.

La confrontación religiosa explica muchos de los asesinatos habidos que serian inexplicables por otra razón. Tales son los casos del sacerdote D. Baltasar de la Cruz y de la maestra Dª Eulalia Pajuelo, por citar algunos.

A partir del 1 de octubre de 1936 el panorama religioso cambia radicalmente. Tanto es así que en lo que posteriormente se ha venido a llamar Nacional-catolicismo es difícil distinguir si la autoridad civil ponía aún más preocupación sobre los temas religiosos que sobre los políticos y viceversa con respecto a la autoridad religiosa que se encuentra siempre presente en todas las decisiones políticas.

Este tema religioso acompañará la vida ciudadana en las décadas siguientes. En lo correspondiente a esta nos encontramos ya el 9 de enero de 1937 con la preocupación que nuestras autoridades tienen por la falta del cura párroco y se dirigen al Excmo. Sr. Obispo solicitando que nombre a un sacerdote, "que ya hace más de tres meses que D. Baltasar de la Cruz esta desaparecido por haber sido sacado de esta población por las hordas marxistas y se ignora su actual paradero, aunque se supone fue asesinado por los rojos en Higuera de la Serena".

Otro dato significativo de esta simbiosis político-religiosa la encontramos en el bando que publica el alcalde D. Francisco Nogales el 30 de mayo de 1937, que recoge la orden del Generalísimo de que todos los españoles de cualquier edad y sexo están obligados de asistir a la Consagración de España a la Inmaculada. En el se indica que el acto se celebrara en las escuelas nuevas a las 11 horas. Consecuentemente ninguna persona podrá salir del pueblo hasta que no haya finalizado el acto.

Aparte de los hechos expuestos en el campo religioso, en la revisión de las actas observamos que la convivencia cada día fue más difícil y agresiva.

Ya el 21 de diciembre de 1931 D. Carmelo Serrano López eleva una protesta para que se denuncie ante el Gobernador Civil la conducta de D. José Muñoz de la Espada porque en "mi mitin", "llamó a los concejales monárquicos y burgueses cuando este ayuntamiento esta constituido por trabajadores y republicano-socialistas". El propio concejal intervino para llamarle mentiroso y parte del público trató de agredirlo.

Una manifestación de esta falta de convivencia la encontramos en el propio ayuntamiento donde además de la lógica confrontación política se llevó a cabo una depuración de funcionarios. Tal es el caso del funcionario Sr. Villar. En una sesión celebrada el 11 de marzo de 1936 se aprueba readmitir a funcionarios excepto al Sr. Villar. El concejal Sr Hernán dijo que el Sr. Villar no merecía ninguna confianza por ser fascista y desleal al régimen republicano. Hernán amenaza con abandonar el ayuntamiento si Villar se readmite ya que es un destacado miembro de la CEDA. 

Sobre este punto se trata de nuevo en la sesión del 7 de mayo del mismo año en la que Valentin Cortés, en nombre de los concejales que habían votado la no readmisión del Sr. Villar dijo:  Que el Sr. Villar ha sido o es secretario de Acción Popular. Que el Sr. Villar fue el causante de que vayan detenidos a Llerena varios individuos por haber fijado carteles del Frente Popular, y por haber mostrado estos últimos años gran fervor monárquico y haber sido en Campillo el inspirador para la formación del partido de la CEDA.

Relacionado con las detenciones a que hace referencia el Sr. Cortés debía de estar el hecho de la utilización de un arma de fuego por parte del Sr. Fernández Fernández, ya que en la sesión del 11 del 3 el Sr. Cortés había manifestado textualmente "que los testigos que han opinado sobre la pistola intervenida al Sr. Fernández Fernández debían hacer costar en declaración el día, lugar o sitio". 

El cese de funcionarios debió continuar pero no podemos relatarlo por falta de las últimas actas pero lo intuimos por la resolución de los expedientes a funcionarios por parte de la Comisión Gestora franquista de fecha de 25 de noviembre de 1939 donde aparece la readmisión de los siguientes funcionarios: Enrique Pedrero del Pozo, José Pedrero Sánchez del Rey, el alguacil Juan González Platero, el recaudador vigilante de arbitrios Antonio Lombardo Velasco, y el guardia municipal Manuel Vera Lianes.

La convivencia cada día se hacia más conflictiva por medio de la delincuencia con robos y saqueos. Esta situación se presento insostenible sobre todo a partir de la fecha del 18 de julio día del Alzamiento. Tanto es así que las autoridades se sienten incapaces de resolver estas actitudes delictivas y el propio alcalde D. Pedro Rubio convoca una reunión en el ayuntamiento. Por el Sr. Alcalde se expuso cuál era el fin primordial y único de la reunión, todos los reunidos fueron unánimes en estimar que la situación por la que atraviesa la población no puede continuar y en ese sentido ninguno de los concejales puede hacerse responsable del tal estado de cosas y para que ello no continúe y pueda en lo posible evitarse la continuación de estos hechos lamentables, se acuerda se forme una lista de estos sediciosos, haciendo averiguaciones de las casas y cortijos que hayan sido cacheados, quienes fueron los cacheadores y objetos de toda clase que los cacheadores recogieran, extensiva a conocer con todo detalle cosas que hubieran entregado y a quienes.

La situación cada día más caótica queda también reflejada en el primer acta que se recoge de la Comisión Gestora franquista de fecha de 27 de octubre de 1936 que dirige un escrito al Gobernador Civil indicándole el estado en que había quedado el ayuntamiento por el saqueo realizado por las hordas marxistas, roturas de cristales, muebles y materiales de oficina, desaparición de documentos importantes, desaparición de la caja municipal de valores etc. Se acuerda por unanimidad hacer responsable a todo el ayuntamiento marxista de esta villa y muy especialmente a su alcalde D. Pedro Rubio y al depositario Zacarías Pizarro.

Quiero hacer constar antes de escribir este apartado lo duro que ha sido para mi rememorar, en la linea de lo que hoy tanto se airea de la llamada Memoria Histórica, los hechos de que aunque no tuve la suerte o mejor desgracia de vivir, sin embargo la documentación escrita encontrada sólo ha refrescado en mi memoria lo que recibí por tradición oral de mi familia y paisanos.

Por mi sentido cristiano de la vida cuyo distintivo especial señalado por Jesucristo fue el perdón, quisiera que ese sentimiento inspirase estas lineas. Somos muy dados en todos los conflictos a poner en práctica el sentimiento maniqueo de dividir a los hombres en buenos y malos. Intentaré no caer en el mismo error. Los hechos trágicos que relataremos tuvieron sus protagonistas pero existen pruebas de que es muy peligroso la generalización de la culpabilidad.

Estoy seguro después de realizado mi estudio, que la venganza obnubiló la mente de muchos hasta tal punto que autoridades de uno y otro bando, como hemos podido observar en el apartado anterior y podemos ir viendo más adelante, se vieron desbordados por el devenir de los hechos violentos. También para satisfacción de todos los campillejos que fueron muy pocos los paisanos que intervinieron en estos hechos trágicos, debido a su mayor parte a gentes forasteras que no tuvieron otro propósito que sembrar el dolor en nuestro pueblo para tomar venganza de lo sucedido en otros lugares.

El 14 de agosto de 1936 con la toma de Badajoz y los asesinatos consiguientes llevó a los más radicales del Frente Popular, "los rojos" a sembrar de pánico y muerte nuestro pueblo. Las propias autoridades municipales se vieron desbordadas por los acontecimientos y sobretodo según escuché en mi propia casa, su alcalde.

A pesar de todo, el pánico se apoderó de nuestros paisanos, sobre todo de aquellos que ya habían sido perseguidos por sus ideas religiosas. Algunos lograron escapar de esta persecución escondiéndose en lugares recónditos de su domicilio, (doblados, arcones, pajares), o huyendo a protegerse al campo; en algunos casos este remedio fue fatal por que al no dar con la persona buscada se cebaba la venganza en sus familiares, que se sumaba al del interesado cuando lo localizaban.

Para todos los campillejos resultan muy conocidos los asesinatos cometidos en nuestro pueblo en el espacio de tres meses, pero especialmente resultó trágica la noche de San Bartolomé el 24 de agosto de 1936.

En memoria de las víctimas, como haremos con los que logré recapitular de las víctimas de la represión franquista, reseñamos sus nombres a continuación, porque sus muertes muchos víctimas de su fe no puede borrarse de su memoria sin hacer tradición a la historia.

Aunque hay varias versiones y número de las personas que murieron a manos de lo que se denominó hordas marxistas, a continuación expondré la que el 19 de mayo de 1943 envió el alcalde al Illmo. Fiscal Instructor de la Causa General de esta Provincia, cumpliendo la orden recibida el 28 de abril del mismo año. Esta lista según oficio del alcalde era acreditativa de la inscripción de defunción en el Registro Civil del pueblo.


José Bala Platero

Juan Bala Platero

Gustavo Belda Daza

Baltasar de la Cruz Cruz    (Según Cabanillas Entrena es Baltasar de la Cruz Ortiz).

Juan Alvaro de la Cruz Vaca

Antonio Domínguez Blázquez

Antonio Fernández Enciso

Juan Fernández Enciso

Antonio Fernández Fernández

Juan Fernández Fernández

Ventura Fernández Fernández

Anacleta Fernández Henao

Alberto Fernández López

Antonio FernándezLópez

Alberto Fernández López

Clemencia Fernández López

Elisa Fernández López

Miguel Fernández López

Rosalía Fernández López

Juan Fernández Otero

Elisa Fernández Reija

Antonio Fernández Valenzuela

Wenceslao de la Gala Rodríguez

Francisco Hernández Fernández

Ricardo Hidalgo Alfonso

Clemencia López Fernández

Julián Mena Rodríguez

Pedro Moreno Platero

Francisco Morgado Nevado

Victoriano Naranjo Barquero

Lorenzo Nogales Ortiz

Lorenzo Nogales Ortiz

Rafael Nogales Ortiz

Víctor Ortiz López

Pedro Otero Henao

Antonia Eulalia Pajuelo Díaz

Nemesio Pérez Alejo

José Pérez Cabanillas

Juan Pérez Lozano

Isidoro Pilar Platero

Críspulo Platero López

Juan Platero López

Rafael Ramírez Esquiliche

Encarnación Robledo Gómez

María Robledo Gómez

Antonio Robledo Sánchez de la Vaquera

Macario Rodríguez de Tena

Aureliano de la Rubia Caballero

Manuel de la Rubia Caballero

Antonio de la Rubia Tejeiro

Enriqueta de la Rubia Tejeiro

Julia de la Rubia Tejeiro

Eloísa Sánchez Cabanillas

Joaquín Sánchez Cabanillas

Manuel Sánchez Cabanillas

Gerardo Sánchez Miranda

Eusebio Sánchez Rodríguez

Liborio Sánchez Velasco

Fernando Valenzuela Bala

Pedro Valenzuela Bala

Antonio Valenzuela Cerrato

Antonia Valenzuela Merino

Purificación Valenzuela Merino

Clemente Valenzuela Sánchez

Juan Valiño Vera

Lorenzo Vizuete Arenas

Fernando Vizuete García

José María Vizuete García

Juan Vizuete García

Lorenzo Vizuete García

María Vizuete García


71 en total (2010). En la lista Mariano Cabanillas Entrena son 67 de esta misma lista. Según las lápidas de la Iglesia de San Bartolomé suman 75 que coincide con lo que dice José Gutierrez Casalá. (JAHA).


El Dr. José Gutierrez Casalá en su libro La Guerra Civil en la Provincia de Badajoz eleva el número a 75, pero he advertido que hay ciertos errores y repeticiones que me hace mucho mas fiable la lista que he presentado por sus fuentes. El autor citado hace el comentario siguiente "observando la lista podemos deducir que la acción represora persiguió el exterminio total de una misma familia, personas ancianas, adultos y niños. El numero de mujeres y estudiantes viene a corroborarlo. Algunas de estas personas fueron trasladadadas por los milicianos de Campillo de Llerena a pueblos de los alrededores como Higuera de la Serena para ser asesinadas".

Además presenta la siguiente estadística de profesiones, casi la mitad eran propietarios o labradores, tres abogados, dos médicos un veterinario, un farmacéutico, una maestra y un sacerdote, también aparecen algunos obreros y jornaleros. Destaca también la estadística del elevado número de mujeres que constituye aproximadamente la 5ª parte de los asesinados.

Con los verdugos cuyos nombres y las causas criminales que se les imputaron obran en mi poder, pienso que no merecen otro recuerdo que ignorarlos, y que todos, como hicieron algunos de nuestros paisanos en aquéllos momentos trágicos, pidamos a Dios la capacidad del perdón. Dejemos que Dios en su sabiduría y también en su misericordia sea el único juez.

Cuando nuestro pueblo fue tomado por las tropas franquistas el 1 de octubre de 1936 todos los que habían formado parte de la ideología marxista abandonaron el pueblo, unos se pasaron a zona roja para unirse al ejercito republicano, otros se dirigirían posteriormente al campo para colaborar con el ejercito de guerrillas.

Pero la represión del régimen franquista no se hizo esperar, sobre todo cuando se acabo con la Bolsa de la Serena.

Dispongo de una relación nominal de los vecinos y residentes de esta villa, huidos y culpables de actividades marxistas y rebeldes que de acuerdo con los bandos y demás disposiciones dictadas por el Excmo. General Jefe de la Segunda División, les fueron incautados sus bienes.

Fiel a lo expresado en el párrafo anterior no daré cuenta de sus nombres sólo diré que su número asciende a 68, de ellos 25 son jornaleros, 26 labradores, 4 industriales, 1 mecánico, 1 tejero, 2 carpinteros, 1 propietario, 1albañil, 1 zapatero, y 2 mujeres cuya profesión señala su "sexo".

Esta relación se ve completada por otra donde se expresa su filiación política, hay 63 socialistas, 4 de izquierda republicana y 1 comunista. Prácticamente a todos se les acusa de propagandistas 7 concejales y el alcalde, un capitán rojo, 20 milicianos rojos (uno de ellos figura como miliciano dirigente) 1 teniente de milicias rojas, también figuran dos milicianas rojas. Entre las acciones más delictivas sólo 4 figuran como asesinos y 2 como saqueadores.


BALTASAR DE LA CRUZ Y CRUZ. (Teodoro Agustín López y López).

Nacimiento y primeros años: 

Don Baltasar, nació en Quintana del Serena el día 19 de marzo de 1877, en calle de la carrera nº 36, a la una de la mañana. Hijo legítimo de Miguel de la Cruz Díaz, de oficio agricultor y María de la Cruz Díaz, naturales de dicha villa. Fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa María de los Milagros el día 20 de marzo del mismo año por el Dr. D. Ezequiel Morillo Velarde, cura propio se le puso nombre José Baltasar de San José y confirmado por Fray Francisco Saenz de Urturi, obispo de Badajoz el 21 de diciembre de 1891, en la capilla del Seminario Conciliar, siendo su padrino D. Ramiro Fernández Balbuena, canónigo lectoral y rector del Seminario. 

Al sentir inclinación por el sacerdocio para que estudiara y se preparara le llevaron sus padres a Badajoz, cursando en el Seminario conciliar cuatro cursos de Latín y Humanidades (1891-95), tres de Filosofía (1895-98) con nota media de "benemeritus" o bien y cuatro de Teología (1898-1902) con calificación de notable. 

Recibe todas las sagradas ordenes de manos de D. Ramón Torrijos Gómez, en el 4º año de Teología: Tonsura, Menores y Subdiaconado en las temporas de adviento los días 20 y 21 de diciembre de 1901, en la capilla del Seminario Conciliar; el Diaconado en marzo de 1902. A los veinticinco años, recibe el sagrado Orden del Presbiterado en la Témporas de la Santísima de la Trinidad, el 24 de Mayo de 1902. 

Sacerdocio:

El día 8 de octubre de 1902 se le extiende el nombramiento de coadjutor de Montemolín y el 26 de mayo de 1903 el mismo cargo en su pueblo natal Quintana de la Serena y de notario eclesiástico. El 20 de octubre de 1919 confesor extraordinario de la Religiosas franciscanas de dicha villa. Vivía en c) Camino de Valle nº 38, cuyo nombre fue sustituido después por el suyo propio hasta que recientemente lleva el nombre de Avda. de la Hispanidad. En septiembre de 1933 es nombrado cura de Campillo de Llerena. 

D. Antonio Reyes Huertas, escritor y bibliófilo extremeño, tuvo una gran amistad con D. Baltasar. Todos los años se entrevistaban un domingo primaveral. El anejo de la Guarda era atendido por el clero de Quintana de la Serena y consecuentemente, le competía a él. Cuando llegaba montado en su borriquilla andariega, el vigía de la torre, que luego era su acólito en la Misa, volteba las campanas. 

"Luego, después de la Misa, yo acompañaba a D. Baltasar hasta la puerta de mi casa. Me precedía él siempre montado en su borrica que meneaba la cabeza e iniciaba un respiro cada vez que se encontraba con perro en el camino. ‘’Esta mala vasija’’ decía sonriente D Baltasar siempre dispuesto a disculpar las excentricidades de la pollina"- escribía D. Antonio. 

Llegaban enseguida sus preguntas peyorativas correctoras: ¿a qué no has acabado de imprimir el libro? ¿a qué no me has traído lo que te pedí del "Debate"? ¿Has dejado de fumar? A las que respondía el mismo con la cabeza. Afirmándose y reafirmándose sobre lo dicho. 

Su alma infantil, sencilla y transparente se traslucía en su rostro. Con apariencia de cura desgarbado, era D. Baltasar en el fondo una cura escrúpulo y austero. Su indignación y sentido profético contra la sociedad materialista y descreída. Concluía diciendo ‘’Mala vasija de periódicos" y causando a la descristianización de las lecturas que se daban al pueblo", escribía su amigo. 

Cuando el Sr. Obispo D. José Mª Alcaraz le encomienda la misión sacerdotal en Campillo de Llerena, él consciente de su nueva responsabilidad apostólica, pondera los estragos funestos que la prensa había sembrado, con las consecuentes ausencias de los feligreses en las practicas religiosas. 

Martirio y sepultura:

Apenas tres años llevaba en la parroquia de Campillo de Llerena. Le asisten dos sobrinas carnales, Hipólita e Isabel de la Cruz Coronado. Ellas eran primas hermanas doblemente. Isabel regresa a su pueblo para las fiestas del Triunfo de la Cruz, que se celebra el 14 de julio, ya no puede regresar por los aciagos días. Por eso será Hipolita la testigo de la pasión de su tío D. Baltasar. Con ella pude hablar y me informa con lágrimas en los ojos al recordar los acontecimientos vividos. Fue encarcelado el 19 de julio de 1936, siendo objeto de grandes tormentos. 

Por fin, en un camión son trasladados todos los presos al vecino pueblo de Higuera de la Serena. Atados eran tirados a la carretera. Fueron fusilados el 25 de agosto entre el cerrito y el cementerio de dicho pueblo, justamente en el puente. Levantando los ojos al Cielo y dijo: ‘Perdón, Señor’ Sus cuerpos se sepultaron en una fosa común, previamente rociados con cal viva. Una vez exhumado del cementerio lo trasladaron a la ermita del " Divino Señor",  junto con otros treinta y ocho feligreses y posteriormente el 14 de marzo de 1964 desde el cementerio antiguo son trasladados todos a la Parroquia de San Bartolomé Apóstol en donde reposa según reza con la siguiente inscripción: 

"Ibant gaudentes a conspectu concilii pro nomine Jesu contumeliam pati D. Baltasar de la Cruz cura regente de esta parroquia después de haber sufrido cristianamente monstruosas injurias en su cuerpo sañudamente martirizado, fue asesinado por las hordas marxistas en el cementerio de Higuera de la Serena en compañía de otros feligreses suyos en la noche del 24 al 25 de Agosto de 1936. R. I. P. A. ". 

En el libro de defunción nº11, fol 82 nº 560, encontramos la partida de defunción del párvulo del niño Sabas Sanjuan Ordaz (4-7-1936), que comienza escrita por el Cura regente D. Baltasar: " En la villa de Campillo......día de ayer en el domicilio de sus padres..." y continua por su sucesor D. Manuel Valencia: "a las nueve horas del veinticinco de marzo de mil novecientos treinta y siete" 

A continuación, incluye una Nota Bene, que por su interés testimonial la transcribimos: 

"La sido terminada por el que subscribe, según mandato del M. I. Sr. Vicario General de la Diócesis, porque el Señor Cura que la empezó fue molestado y llamado violentamente por la turba socialista revolucionaria, cuando la escribía; después fue encarcelado en la sacristía de la Parroquia con todos los vecinos de orden de esta villa el día diecinueve de julio de mil novecientos treinta y seis día del glorioso movimiento salvador de España. Durante su prisión fue insultado obligándole a blasfemar a lo que él respondía con el grito de ‘Viva Cristo Rey’. Encolerizados y rabiosos los marxistas lo martirizaron cruelmente con palos, golpes de fusil y pinchazos tan penetrantes y dolorosos que algunos huesos y costillas le salieron de su sitio. Con verdadera resignación cristiana sobrellevó tan tremendos dolores según pueden atestiguarlos presos supervivientes y los médicos de esta Don Casimiro Gordillo y Don Jacinto Acosta. El día veinticinco fue trasladado en compañía de otros presos mártires al vecino pueblo de Higuera de la Serena donde fueron vilmente asesinados. D. Baltasar de la Cruz subió gloriosamente al Cielo para coger la palma del martirio el día veinticinco de agosto de mil novecientos treinta y seis. Las tropas liberadoras del Generalísimo Franco entraron en este pueblo el día primero de octubre del mil novecientos treinta y seis. Y para que conste lo firmo porque así lo he oído de testigos fidedignos a veinte de marzo de mil novecientos treinta y siete. Manuel Valencia, y Rubricado".


EXTREMADURA BAJO LA INFLUENCIA SOVIÉTICA: CAMPILLO DE LLERENA. 

Rodrigo González Ortín (2010). Badajoz, 1937.


Los horrorosos sucesos de Campillo de Llerena:

Villa con unos 4.000 habitantes, a 42 kilóme­tros de Llerena y 123 de Badajoz; carretera de Castuera a Ventas del Culebrín; produce cerea­les, aceite y garbanzos.

¡Desdichado pueblecito! ¡Cómo se sació con­tigo la ponzoña plebeya! La tristeza en tus calles la desocupación de tus casas y el luto en tus vecinos es el recuerdo macabro que te quedó de la dominación exterminadora. Saqueos, robos a mano armada, crueles palizas, viles asesinatos, violación de doncellas (en algunas después de cadáveres), son los horrorosos delitos perpetra­dos en esta villa.

Santiago [sic, San Bartolomé] es el Patrón de Campillo de Llerena; como tal, es éste el día en que venía celebrán­dose la más grande fiesta, día de desborda­miento de alegría, en que todos los vecinos compartían el contento tradicional de los años. Fecha, contento y tradición destruidas con el luto de que la vistieron unos hijos embriagados por el odio y la ira.

Es este memorable día el elegido para come­ter los primeros asesinatos (éstos fueron conducidos en un camión al pueblo de Higuera de la Serena, distante de éste unos 30 kilómetros. Entre ellos se encontraban don Baltasar de la Cruz, párroco del pueblo; don Gerardo Miranda, médico; don Eusebio Sánchez Rodríguez y los hermanos don Alberto y don Antonio Fernández López.

Estos jóvenes tenían a su señora madre gra­vemente enferma, y al sacarlos de la cárcel para asesinarles, les dijeron los malvados con ironía criminal: «Andar, que vais a ver a vuestra madre».

Don Nemesio Pérez Alejo y a su hijo José, a los hermanos José y Juan Balas Platero, a don Antonio Valenzuela y su hijo Clemente y a don Macario Rodríguez Tena (veterinario y padre de la jefe local de Falange, quien, llena de angus­tia, pero con la más cristiana resignación, me informa). Esta joven, modelo de española, dedi­ca sus horas de pena al bien de la causa nacio­nalista. En su informe continúa: El día 5 de sep­tiembre son ejecutados siete señores más.

El 15 del mismo y en el pueblo antes dicho fueron asesinados don Miguel Fernández López, abogado; don Juan Fernández Enciso y su hijo, estudiante de Derecho; don Antonio Fernández Enciso, don Fernando Valenzuela Balas, don Críspulo Platero, don Víctor Ortiz López, médico. Este señor era muy grueso y durante el recorrido de los treinta kilómetros en camión fue arrojado varias veces por la canalla desde el vehículo, no cesando ésta en su criminal entre­tenimiento hasta verle expirar a consecuencia de los golpes que dio en el suelo. Es de advertir que uno de los principales verdugos de esta incalificable monstruosidad fue un criado de la más absoluta confianza de este señor llamado Antonio Moreno Moreno «el Caimán», el que siempre fue tratado cariñosamente y protegido, hasta el punto de que le proporcionaron una industria. Esta es la gratitud caracterizada en la gentuza.

Otro día fueron asesinados don David Suárez y su hijo Corsino, joven de diecisiete años; don Aureliano y don Manuel de la Rubia Caballero y doña Rosalía Fernández López, esposa del doctor Ortiz López.

Nuevos procedimientos para nuevas infamias fueron los llevados a cabo por estos dirigentes al llevar a efecto los asesinatos en las personas de Julia y Enriqueta de la Rubia, José María Vizuete, Liborio Sánchez, Lorenzo Nogales y Joa­quín Sánchez Cabanillas, quienes, a la una del día y sacados de sus propios domicilios, fueron conducidos en un automóvil al Cementerio, distante unos 300 metros de! pueblo, habiendo continuado hasta la madrugada de este día 25, lle­vando andando al citado Cementerio al resto de las personas que dicho día fueron ejecutadas, entre las que se encontraban: don Lorenzo Vizuete Arenas, anciano de ochenta años, y sus hijos Juan, Fernando, Lorenzo y María; doña Eloísa Fernández Cabanillas, quien tenía en los brazos a una hijita de cuatro meses, al ir a dete­nerla, la que bruscamente le arrebataron, no permitiéndole a la madre el darle ni los besos finales.

Doña Eulalia Pajuelo Díaz, maestra nacional, que durante un año había ejercido en esta villa; en la actualidad desempeñaba dicho cargo en Badajoz, habiéndole sorprendido el movimiento por haber venido a pasar una temporada con sus amistades con motivo de las vacaciones. A don Antonio Robledo Sánchez de la Vaquera y a sus hijas Robledo y Encarnación, de veintitrés y veinticinco años, respectivamente. Doña Clemencia López Fernández y sus hijas Elisa y Clemencia, de catorce y diecinueve años, res­pectivamente, Como igual a su abuela doña Ana­cleta Fernández Henao, anciana de ochenta años. Don Lorenzo Nogales Ortiz y Purificación y Antonia, hermanas, conocidas por «las Sartenas».

En número de 110 fueron las víctimas du­rante la dominación del populacho. Nada des­truyeron de edificios, esculturas y pinturas de carácter religioso, optando también por distinto procedimiento que en otros lugares, y que con­sistía en sacar a las imágenes, colocándolas en distintos sitios, simulando hacían servicios de guardia.

Saqueos y robos:

Con respecto a saqueos, además de los corrientes, cometióse el de la fábrica de harinas Santa Leonor, donde se presentaron, pistola en mano, obligando a que se les abriera la caja de caudales, apoderándose de 18.000 pesetas que ésta contenía.

Criminales:

Principales ejecutores: José Redondo, Alfonso Ruiz Dávila, Antonio Gilgado Vargas «El de la perra gorda» y los hermanos José y Nemesio Vera Murillo (a) «Chiquene»; el primero presi­dente de la Casa del Pueblo. El segundo, a con­secuencia de estar completamente embriagado, no se dio cuenta de la entrada de las tropas salvadoras, por lo que se le pudo detener, ha­biendo confesado entre otras cosas: ser autor de las violaciones cometidas con las doncellas; y que el referido hermano llevaba 40.000 pesetas procedentes de robo.

Una Centuria de Palencia y Badajoz, al man­do del joven y valiente teniente camarada Florencio Campos, fueron las que reconquistaron este pueblo, salvándolo para la eternidad de tan terrible azote. Embargado por la pena y sin poderme expli­car cómo ha podido llegar la noble España a tan denigrante estado, me dirijo al pueblo de Hornachos.


José Antonio Hinchado Alba.