POSIBLES RESTOS MUDÉJARES ENTRE EL BALUARTE DE SAN PEDRO Y LA PUERTA DE MÉRIDA, EN BADAJOZ. (Con datos inéditos).

Hace varios años observando detalles de nuestra muralla abaluartada, en particular en el interior del baluarte de San Pedro y en el lienzo que va a la nueva puerta de Mérida en especial, observé había piezas y restos de otras, talladas, con formas, de mármol blanco, caliza, granito,; incluso una de ellas la documenté como una pieza que parecía visigoda dónde parece que hay un texto de origen islámico, pero lo que me sorprendió era la cantidad de mazacotes donde abundaba el ladrillo con mortero de cal, y alguno conservaba algo de su enlucido, quicialeras de granito etc, pero lo que me llamó más la atención fue un mazacote que tenia unidas dos filas aunque incompletas de ladrillos, pudiendo pertenecer seguramente a las jambas o arquivoltas de una puerta, sin descartar fuese una ventana también, evidentemente debía pertenecer a un edificio de una relativa importancia, posiblemente religioso, y al ver tanto ladrillo enseguida pensé en el estilo mudejar, entre siglo XIII y XVI. 

Le pregunté a mi amigo Pedro Castellanos que es un investigador incansable de esa zona, que edificios importantes había por allí, justamente pegado al sitio que señalo de la muralla existió el Hospital y Ermita de Santa Catalina la Vieja, un poquito más alejado pero no mucho, la Iglesia o Ermita de San Salvador, que ni se sabe cuando se construyeron ni cuando desaparecieron pero la de San Salvador en el siglo XIII se sabe que existía exactamente en el año 1264 pués hay documentos que lo atestiguan, Juan Solano de Figueroa, habla de ellas como ermitas intramuros en el siglo XVII, y también hay referencias en planos del mismo siglo 1645 y 1679, y algún dato que ha sacado Pedro de los archivos de los siglos XVI y XVII.

Una cosa tenía clara, y era que los que construyeron la muralla cogerían los materiales que más cerca tuvieran y más con las prisas por las tensiones con Portugal y sobre todo por comodidad.

Estamos hablando en los documentos de la nueva muralla y nueva puerta de Mérida del siglo XVII, pues hubo otra u otras más antiguas, para que no se confunda nadie. También pongo fotos de Castilla León y Extremadura  de algunos edificios para que capteis a que me estoy refiriendo.

Estas piezas que os enseño en fotografías hoy en día están casi todas tapadas, enterradas por un talud que hicieron, que está siempre descuidado de maleza y que imita malamente a la situación original, esta hipótesis que planteo no es nada descabellada cuando leáis los documentos lo entendereis.

José Antonio Hinchado Alba.


(1668).3 de Enero. Se informa al cabildo que se había destechado y derruido la ermita de Santa Catalina La Vieja.


(1679). En el plano de Francisco Domingo y Cueva, vemos por última vez la vieja puerta de Mérida.


(2004). Monserrat Girón Abumalham. (La arqueólogo que excavó la puerta en el 2004). 

Nos viene a decir que, aparecieron estructuras de viviendas y una calle junto al lienzo y la puerta que pertenecían al viejo barrio, que estas viviendas ya estaban derruidas cuando se construyó las estructuras defensivas de la puerta, que cuando se excavó la puerta de Mérida aparecieron 9 monedas siendo la más antigua de 1692, que nos determinaría posiblemente la fecha del final de la construcción de la puerta de Mérida.


(2009). Julián García Blanco. (Datos del Archivo Municipal de Badajoz de 1691 y 1692).

Terminaba el Conde su carta señalando que ejecutaría el postigo lo antes posible. Es decir, siguiendo las órdenes del Rey el conde de Montijo había dejado una brecha (portillo) en el lugar donde habría de construirse el postigo (la nueva Puerta de Mérida). No obstante, la brecha no se dejó practicable sino que se cerró, provisionalmente, con unas débiles tapias de tierra. Mas tarde, el Conde consideró que este cierre no era seguro y comunicó a las autoridades municipales que proyectaba cerrar la brecha con un muro de cal y canto. Según el Conde este cierre sería también provisional y no tenía más objeto que asegurar la ciudad en tanto se construía la portada para el nuevo postigo. 

Las razones del Conde no convencieron al Cabildo que reafirmó su intención de que el postigo se construyera lo antes posible. Contra los argumentos del Conde las autoridades municipales replicaron proponiendo que: “se sirua mandar se execute la fabrica del postigo pues por su cortedad y sitio y estar  pie de la obra la piedra de la portada antigua con que se excusara la costa de tapar el portillo de cal y canto…” 

En el Cabildo del día 8 de febrero se retomó el asunto pues, el Conde, que no debió tomar en consideración las propuestas del Cabildo, había cerrado la brecha con un muro de cal y canto de tal forma que la brecha queda para no abrirse. El Cabildo sospechaba que el Conde, con la excusa de la seguridad, pretendía evitar o al menos retrasar la construcción del portillo. Ante esta situación las autoridades municipales acordaron informar al Rey del desconsuelo que producía a los vecinos la actuación del Conde. Para valorar la situación de la brecha contamos con la magnífica descripción que el escribano J. Serrano Barradas leyó en el Cabildo del día 9 de febrero: “…lo uisto tapado de cal y piedra incorporado (el portillo) a la nueua muralla con el soculo y gruesos della hasta el parapeto y encalado por la parte de afuera de forma que no queda señal de que en aquel sitio se a de haçer postigo…” 

Las gestiones del municipio dieron sus frutos pues en el Cabildo del día 5 de abril 1691se vio una carta del Rey dirigida al conde de Montijo ordenándole construir el postigo que había sido aprobado (cartas de 23 de enero y marzo de 1690). 

En el Cabildo del día 25 de julio se nombraron nuevos Comisarios para que tratasen el asunto con el conde de Montijo y la puerta de merida quede abierta para el uso de los vezinos desta ciudad. Pese a todo el Conde siguió haciendo caso omiso y poniendo reparos a las peticiones de los comisarios municipales. El 27 de junio los comisarios informaron de sus gestiones al Cabildo Municipal que acordó informar otra vez al Rey. En el nuevo informe se apunta que el cierre de la puerta perjudica a toda la ciudad pero sobre todo a los vecinos de aquel barrio por ser los que se serbian por ella y los mas nesecitados. 

Finalmente se consiguió que el Rey ordenara, nuevamente, dejar abierto un portillo capaz de entrar y salir vna carga o un arado con su yunta para los vecinos de aquel barrio. No obstante, se pusieron algunas limitaciones al uso de la puerta. Así, se estableció que no an de entrar ni salir para el cargar mercaderias ni fructos. Si tenemos presente estas consideraciones parece que la puerta sólo podría utilizarse para la entrada y salida de personas y animales pero no de mercancías.

Las diferencias parecían terminar pero poco después se inició otro contencioso sobre la capilla y el escudo que debían disponerse en la puerta. En efecto, el Cabildo había solicitado al Rey que la nueva Puerta de Mérida mantuviera la capilla de la Virgen de Tentudía que existía en la vieja. El Rey dio la razón al Cabildo Municipal pues ordenó que se haga la capilla en la forma que estaua cuando la demolieron. En el Cabildo del día 30 de agosto de 1691 se acordó hacer cumplir las órdenes del Rey correspondientes a la capilla de Nuestra Señora de Tentudía. Las obras se iniciaron poco después y el 4 de diciembre se acordó entregar 120 rs. a Juan Isidro Chapín para acabar de aderezar la escalera de la capilla de Nuestra Señora de Tentudía. La imagen permaneció en su capilla hasta que en el mes de agosto del año 1761 se trasladó a la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. En esa fecha se trasladaron el resto de las imágenes que estaban en las demás puertas de la ciudad. Según Leonardo Hernández de Tolosa la medida tenía por objeto evitar disturbios de inmunidad eclesiástica por averse seguido algunos por esta causa. 

El Cabildo deseaba también que el escudo de la ciudad luciese en las puertas nuevas tal y como lo había hecho en las viejas puertas (Trinidad, Mérida y Santa Marina). El Conde se negó reiteradamente a esta petición y al final logró colocar su propio emblema en las puertas de Mérida y Pilar. El Cabildo no dio la batalla por perdida y aprovechando la llegada del nuevo Capitán General solicitaron que en las puertas del pilar, trenidad y merida se pongan las armas de la ciudad como estauan. 

Las peticiones de las autoridades municipales no fueron atendidas y en la actualidad las puertas de Mérida y Pilar lucen el escudo del conde de Montijo en lugar del escudo de Badajoz. 

Como resultado de estas disputas la Puerta de Mérida combina elementos procedentes de la vieja con otros nuevos. En primer lugar, la portada es un elemento reaprovechado pues, el Cabildo Municipal, para acelerar la construcción, propuso reutilizar la vieja portada (Cabildo del día 26 de enero de 1691). Se trata de una portada de cantería de granito que en la actualidad está muy meteorizado y se disgrega con suma facilidad. Pese a todo es posible que algunas piezas conserven marcas de cantero. En la fachada exterior encontramos los escudos del Emperador y del conde Montijo. El primero debe proceder de la vieja puerta. Por el contrario, el escudo del Conde debe ocupar el espacio que originariamente ocupó del escudo de la ciudad. Llegados a este punto es preciso preguntarse por el destino final del escudo de la ciudad de la vieja puerta. En principio parece lógico pensar que se reutilizase en otro edificio (Galera, Matadero, Carnicerías, etc.). La mitad superior de la fachada, comprendida entre la portada y el coronamiento, fue decorada con un motivo de falsa sillería que todavía se aprecia. 

En la fachada interior el elemento más destacado era la capilla, en realidad hornacina, en que se depositó la imagen de la Virgen de Tentudía de la vieja puerta. La capilla estaba rematada con una espadaña que era visible desde el exterior.


(2018), Pedro Castellanos Bote.

El barrio de San Salvador o de Santa Catalina la Vieja.

El barrio de San Salvador se encontraba en torno a la mencionada iglesia, ya desaparecida, que estuvo en el lugar que ocupa la actual puerta de Mérida. Se cree que el origen de este barrio era el antiguo arrabal oriental musulmán. La zona donde se encontraba el hospital de Santa Catalina era conocida como el barrio de San Salvador, pero hasta que lo publiqué en 2014 se desconocía que también se la llamaba barrio de Santa Catalina la Vieja. Un documento de 1817 sobre la Hermandad de San Nicolás de Tolentino y Ánimas del Purgatorio del convento de San Agustín cita el otro nombre por el que era conocido el barrio: «Con motivo de la fortificación de esta plaza, en el año 1689 fue demolido el barrio de Santa Catalina la Vieja, en el que tenía esta ilustre hermandad una casa que le había donado Isabel González, la Espantarratas». Se refiere a que con la construcción de la nueva muralla abaluartada, que sustituía a la medieval, fue demolido casi por completo este barrio...


Hospital de Santa Catalina la Vieja.

Ya existía en 1510, y aunque algunos historiadores lo situaban en la actual calle Eugenio Hermoso, puedo afirmar que se encontraba en la calle del Campillo. Me baso en los datos de un documento muy esclarecedor, fechado en 1796. En él se cita esta calle como el «sitio que llaman el Campillo y la Brecha, y en lo antiguo, la calle de los Ronquillos y después de Santa Catalina la Vieja, cuyos nombres se han devorado con el motivo del sitio que el enemigo portugués puso a esta plaza».Se tenía conocimiento de la calle de los Ronquillos, pero nadie la había podido situar con exactitud. La calle de Santa Catalina la Vieja es la misma que la del hospital. En septiembre de 1640 el calderero Jerónimo Sánchez hacía un reconocimiento de censo de unas casas «en la calle que dicen de los Ronquillos y del hospital de Santa Catalina la Vieja, linda de una parte, hacia el dicho hospital, con casas de las Leonas». Recapitulando, la calle de Santa Catalina la Vieja, la del hospital de Santa Catalina y la de los Ronquillos, no es otra que la actual calle del Campillo, de la que solo existe hoy el segundo tramo. El primero fue demolido al construirse la actual muralla abaluartada y sería el que iba hasta la desaparecida plaza de San Salvador. Aún existía el hospital en 1632, año en el que su mayordomo, el sastre Enrique Rodríguez, sacaba a pregón una casa que el hospital tenía en la actual calle San Lorenzo. En 1593 se escrituraba la venta de una casa en la calle de la Costanilla, «que va para el hospital de Santa Catalina», de lo que se deduce que el hospital, seguramente los corrales, daban hacia este calle. En 1618 se cita una casa «en la calle Baja de la Concepción, junto a Santa Catalina la Vieja», seguramente el hospital (y probablemente la ermita homónima) estarían en el tramo final de la calle del Campillo, donde desembocaba la entonces calle Baja de la Concepción, actual Concepción Arenal. Será interesante cuando se realicen obras de excavación en extensión en toda la zona para confirmar si hay restos de él.

El nombre primitivo de la calle del Campillo se mantuvo tras construirse la nueva muralla abaluartada. En 1744 aparece en algunos documentos como «la calle Santa Catalina la Vieja, que vulgarmente llaman del Campillo, frente de las murallas» y en 1753 aparece como «la calle Vieja de Santa Catalina, frente de la brecha».


La ermita de Santa Catalina la Vieja.

La desaparecida ermita probablemente estaba unida al hospital del mismo nombre, pues todos los hospitales de la época tenían una capilla. Todavía estaba en pie en 1657 y al menos tenía una capilla, llamada del Espíritu Santo. María Uchoa la citaba en su testamento: «Declaro que tengo unas casas en la calle de Santa Catalina la Vieja, mando que dos cuadros que tengo, el uno de Ntra. Sra. de Concepción y el otro de santa Elena se den a la capilla del Espíritu Santo en la ermita que llaman de Santa Catalina la Vieja». El cabildo catedralicio afirmaba que se había destechado y derruido la ermita el 3 de enero de 1668. Se le dio el nombre de la Vieja por existir ya el convento de monjas de Santa Catalina y así evitar confundirlos.