Necrópolis prehistórica frente al molino de La Tarasca.

Esta publicación se la dedico a todos esos incrédulos que piensan que Badajoz la fundaron los árabes, evidentemente un craso error pues a las pruebas me remito, lo que pasa es que llevamos más de 400 años destrozando la ciudad y sus vestigios históricos, arrasando todo tipo de prueba anterior a la islámica y conservamos la Alcazaba por que interesó por fines militares de lo contrario tampoco la tendríamos hoy, existen planos donde la quisieron destruir algún ingeniero militar de su época; unas veces por cuestiones militares y las guerras, y otras por tener unos dirigentes políticos que son unos ignorantes, y secundados por el analfabetismo del pueblo; a fecha de hoy seguimos cometiendo los mismos errores que hace más de 400 años se cometían; esta necrópolis prehistórica ubicada en el barrio de San Roque, lo que llamamos carretera de Sevilla, fue también presa de esos desalmados dirigentes de la ciudad secundados por el silencio del pueblo que calla todas estas actuaciones y no pone fin a estos crímenes patrimoniales. En mi publicación de Necrópolis Antiguas de Badajoz hice una breve reseña de este lugar, pero ahora voy a poner integra la publicación que se hizo en el año 1941(año difícil por la postguerra) pero descubierta en año 1936 por parte de quien llevó acabo las investigaciones del lugar que fue Benigno Pradilla y Diez, que nos dejó también un croquis del sitio y sus tumbas, posiblemente hubiese más cosas que no se observasen por los alrededores debido a una escasez de presupuestos en aquella fecha por las circunstancias de la postguerra lo que se llamó vulgarmente "años del hambre", ya que no se excavó y debían estar enterradas la mayoría de las pruebas; todavía queda en esa zona un trozo de tierra que quizás pueda dar una sorpresa algún día, pero el grueso del yacimiento seguramente haya quedado debajo del patio del colegio allí existente y se pueda recuperar presumiblemente.

José Antonio Hinchado Alba.


En un pequeño desmonte situado en la carretera de Sevilla a Badajoz, en el kilometro 211, frente al Molino de la Tarasca del río Rivilla, y a poco menos de un kilometro de Badajoz, hallan se al descubierto restos humanos. Trátase de enterramientos muy antiguos, según se desprende de la descomposición, estado fragmentario y de la inconsistencia de los huesos.

Las fosas, que se hayan desprovistas de otros vestigios, están orientadas constantemente en el sentido longitudinal al Poniente, en cuya dirección se encuentran restos de esqueletos sepultados.

El terreno lo constituye una capa arenosa de poco más de un metro, o metro y medio, que descansa en un banco de pizarras blanquecinas descompuestas.

Tales fosas fueron construidas apartando las tierras y excavando en la roca el hueco preciso para depositar el cadáver, o cadáveres, que quedaban encajados en el fondo de la parte rocosa del terreno; y por tanto protegidos de ataques de animales carniceros, corrimientos, etc., y en mejores condiciones de conservación: la inhumación quedaba terminada cubriendo la fosa con malos materiales extraídos sin intermedio alguno.

Compruébase lo dicho al observar que en el corte vertical del terreno en la parte inferior, formada como indicamos por la marga caliza, existen unos huecos en forma trapezoidal rellenos de tierra, descansando los restos óseos en el piso de la roca.


El tamaño de las sepulturas es muy variable, desde las correspondientes a niños, a las de adultos, que son las más corrientes.

Son escasos los restos al descubierto, renovándose sin cesar al desprenderse las capas del terreno por la acción de las aguas y aires, haciendo surgir nuevas fosas en iguales condiciones a las descritas, al paso que desaparecen otras.

Durante el tiempo que hemos venido observando tales restos sólo se pudieron advertir en el talud de referencia los huesos de un cráneo completo, que pronto rodaron confundidos con la tierra que los envolvía , y el otro, que en brevísimo plazo tuvo el mismo fin.

Seria de lamentar la total desaparición del yacimiento sin que fueran estudiados, pues se encuentran en ellos anormalidades tales como su dolicocefalia acentuada, el grueso acentuado del frontal, parietales, occipital y robustez de los arcos cigomáticos, que permiten suponer la existencia de una necrópolis primitiva.

A los cinco años de la primera observación no han variado las circunstancias en que dicha necrópolis se encontraba: los cráneos cayeron arrastrados con las tierras desprendidas, más subsistiendo restos al descubierto que no dejaran dudas de cuanto afirmamos.

En todo el tiempo transcurrido desde que conocemos este campo de viejas tumbas no se ha podido encontrar ningún objeto que permita asignar a las mismas una época determinada; sólo un pequeño trozo de barro cocido antiquísimo en dos pedazos, pulimentado por roce y por un pequeño agujero que no acabó de perforarle, ha podido ser recogido.

El tamaño de dicho barro es de nueve centímetros de longitud, cuatro de latitud (ancho) y uno de grueso: su forma es trapezoidal y parecida a la de un hacha de piedra neolítica, y fué encontrado en el terreno desprendido de una sepultura mayor que las demás y que estuvo cubierta por un empedrado.

Acompañase croquis del terreno, forma de las sepulturas y facsímel del barro cocido, que creemos sea un amuleto y que esta en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz.– Benigno Pradilla.